La DGT ya puede ir tomando nota ya que en Burgohondo, un pueblo de Ávila, famoso entre los moteros por sus curvas y sus bocadillos, han descubierto la técnica definitiva para que todos los conductores levanten el pie del acelerador: plantar un maniquí vestido de Guardia Civil en la puerta de un bar.
Ni radares, ni multas, ni campañas institucionales. Un muñeco con chaleco reflectante ha conseguido lo que miles de señales de tráfico no: que todo el que pasa baje la velocidad, incluso aunque vaya a paso de procesión.
El bar Islemm está situado junto a la carretera provincial que atraviesa Burgohondo, en un tramo donde muy a menudo se suele pasar a cierta velocidad. Desde el coche, el maniquí parece un guardia civil de verdad, suficiente para que quien lo vea desde lejos tome la decisión de echar el pie al freno. Cuando está más cerca, a unos 50 metros del muñeco, ya tiene dudas; pero cuando ya pasas a su lado, te das cuenta de lo que es.
La propietaria del bar, Lori, colocó el muñeco en su terraza con motivo de homenajear el 12 de octubre a la Guardia Civil y ya no lo quiere quitar porque se ha dado cuenta de que gracias al muñeco la gente pasa más despacio.
Por cierto que el muñeco tiene nombre. Se llama Teniente Salazar y aparece en las aplicaciones que usamos como GPS y que te avisan de radares.
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